domingo, noviembre 08, 2009

FRANCISCO JAVIER ARELLANO FELIX

FRANCISCO JAVIER ARELLANO FELIX

"EL TIGRILLO"

Nacido en diciembre de 1969 en Culiacán, Sinaloa, Francisco Javier Arellano Félix vivió la infancia, adolescencia y parte de su juventud en Guadalajara.

Ahí fue “bautizado” por sus parientes con el mote de “El Tigrillo” o “El Bebé”, por ser el menor de la familia.

El que habría de convertirse en uno de los más despiadados narcotraficantes de América Latina, creció a la sombra de sus hermanos mayores que ya operaban en el Cártel de Jalisco, en ese entonces encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo.

Quienes vivieron entre los años setentas y ochentas en los fraccionamientos Residencial Victoria y Bosques de la Victoria, en los límites de los municipios de Guadalajara, escucharon de sus correrías.

Javier Arellano cursó la escuela primaria en el Colegio Británico de educación bilingüe, ubicado sobre la Avenida López Mateos, una de las más importantes de Guadalajara, en la pudiente colonia Chapalita.

Ahí también estudió su hermano Ramón, quien a diferencia de “El Tigrillo”, hizo primaria y secundaria en el mismo plantel. Cuando Javier pasó a sexto de primaria, Ramón terminaba tercero de secundaria.

Ahí conocieron a sus mejores amigos de la infancia, muchos de los cuales vivían por la misma zona de Plaza del Sol.

Los amigos y los juegos

Recuerdan los otros juniors, sus amigos y vecinos, quienes siguieron por el camino de la rectitud, que eran “chamacos como todos, inquietos y muy activos”.

Pasaban horas de solaz esparcimiento jugando futbol en los parques que abundaban por los rumbos de “Las Victorias”.

Javier se juntaba con sus amigos para patear la pelota, Ramón con los suyos y a veces se les “pegaba” su hermano mayor, Eduardo, a quien llamaban “El Gualín”.

Entre 1980 y 1982, “El Tigrillo” era amigo inseparable de Jorge Barba Franco, un chico de su edad. También se unían al grupo Ricardo Abadie Salcedo, “El Nene” y Gustavo Enrique Mejía Cervantes, “El Gucci”.

Por su parte, Ramón intimaba con Armando Barba Franco, el hermano de Jorge, con Guillermo Gómez Chávez, “El Bony” y Marcial González Muñiz, “El Chilango”.

Ricardo Sahún Ortega, “El Chino Neón” y Luis Manuel Albo, “El Mané”, también participaban de las “cascaritas” de futbol.

Cuando Francisco Javier estaba en la etapa de la adolescencia, Ramón ya se había integrado a las actividades del narcotráfico con el Doctor Javier Caro Payán y se mudó a Tijuana.

Francisco Javier intentaba estudiar en Guadalajara pero se había convertido en alumno problema. No pudo continuar en el Colegio Británico y, para la educación secundaria, lo inscribieron en el Colegio Internacional, también en Chapalita.

De muchacho a millonario

A los catorce años de edad, “El Tigrillo” recibía su primer gran regalo. Su padre, Benjamín Francisco Arellano Sánchez, puso a nombre del mozalbete un lote ubicado en el cruce de las calles Lechuga y Rinconada La Floresta, en Bosques de la Victoria.

El lote de 2 mil 297 metros cuadrados fue adquirido en una transacción de 4 millones 164 mil 720 antiguos pesos en enero de 1984. Ahí se levantó una imponente residencia.

De vivir Benjamín, Ramón y Javier con sus padres en la Avenida Faro número 2496, a pocas cuadras del lugar, los juniors se mudaron a la mansión de “El Tigrillo”.

No habían pasado ocho meses cuando el nombre de Francisco Javier Arellano Félix se inscribió de nuevo en el Registro Público de la Propiedad del Estado de Jalisco.

Ahora era su madre, Alicia Félix Zazueta, quien compraba una residencia en la calle Turín número 3184, en el fraccionamiento Providencia, para ponerla a nombre del menor de edad.

Luego vinieron nuevas adquisiciones de inmuebles para “El Bebé”. El local F-26 en el flamante centro comercial Plaza Fiesta Arboledas para que hiciera vecindad con su hermano Fernando, que le lleva dos años de edad. Otro lote en la calle Axayácatl, en Jardines del Sol, en Zapopan.

Hoy, la primera casa de Javier, asegurada por la Procuraduría General de la República (PGR), así como sus demás propiedades en 1993, son un albergue para drogadictos, llamado Alcance Victoria A.C., muy lejos del buen estado y mantenimiento que tuvo en sus años dorados.

Del deporte a los balazos

El futbol quedó atrás. Finales de los ochentas y principios de los noventas. La nueva diversión del novel capo eran los restaurantes bar y las discotecas. Jorge Barba Franco y otros amigos le acompañaban a los antros.

Era espléndido al momento de pagar las cuentas y los amigos sobraban. Recuerda Armando Barba que continuamente veía a su hermano Jorge y a Javier “crudos y curándose la borrachera”.

De repente aquellos muchachos cambiaron de escuelas, de colonia o se casaron, y cada quien tomó su rumbo. El destino del “Tigrillo” estuvo ligado al de Ramón, quien lo jaló hacia Tijuana para integrarse a las actividades ilícitas que ya realizaba la familia por todo el país.

El gusto por las parrandas con fugaces viajes a Guadalajara, la venta de droga y el carácter explosivo de Ramón, fueron caldo de cultivo para que Javier matara por primera vez.

Aunque oficialmente no se le tiene señalado en averiguación previa alguna, fue el 15 de junio de 1990, a los 20 años, que Javier participó junto con Ramón en los asesinatos de Alfredo Cerón Hernández y Luis Felipe Herrera Plascencia, de 26.

El crimen se registró durante la madrugada a las afueras de la discoteca Dady’O, que se ubicaba sobre la Avenida López Mateos. Los matarifes huyeron en un vehículo de color blanco.

Odio y pasión por el crimen

Un año más tarde, otro doble homicidio quedó sin aclarar para las autoridades de Jalisco. El 5 de julio de 1991, afuera de los Multicinemas del Sol fueron acribillados los sinaloenses Javier López Esparza, de 27 años y Marcelino Moreno López, de 21.

Este crimen era la continuación de una “guerra” que inició Ramón, en Tijuana, contra la familia de “Los Rayos” López Esparza.

A Armando López le mató a finales de 1988 en Tijuana, mientras que a Florentino, “El Tino”, le ejecutaron el 15 de febrero de 1989, cuando era conducido a prisión, en la capital sinaloense. Eso resquebrajó las relaciones con otros narcotraficantes como Joaquín “El Chapo” Guzmán, compadre de Armando.

“El Tigrillo” sintió en carne propia la cercanía de la muerte cuando el 8 de noviembre de 1992 intentaron asesinarlo junto a Ramón cuando se divertían en la discotheque Christine en Puerto Vallarta.

Un mes más tarde, en Zapopan torturaron y mataron con tiro de gracia a su amigo Jorge Barba Franco. Lo habían vendado del rostro y atado las manos por detrás, igual que a otros dos sinaloenses.

Los Arellano Félix se enteraron. Los asesinos de Barba fueron sicarios encabezados por Ismael López Esparza, “El Mata Elefantes”. El crimen fue vengado el 18 de enero de 1993, cuando en una balacera suscitada en Culiacán dieron muerte al miembro de “Los Rayos”.

Las incursiones de Javier, Ramón y Benjamín hacia Guadalajara fueron truncadas tras el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y seis personas más en el Aeropuerto Internacional de aquella ciudad. Sus familiares que aún radicaban en la Perla Tapatía se tuvieron que ocultar.

“El Tigrillo” era protegido por sus hermanos, con los que más se reunía, pero la muerte de Ramón y la detención de Benjamín a principios de 2002 lo dejaron solo con su violencia y, finalmente, fue traicionado y capturado.

FUENTE: DIARIO ZETA


LARRY HERNANDEZ-EL TIGRILLO

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