jueves, septiembre 03, 2009

HISTORIA DEL NARCOTRAFICO I

Por ING. RICARDO RAMÍREZ MONTAÑANA

A principios del siglo XX la Primera Guerra Mundial influyó de manera indirecta en la metamorfosis de la frontera norte de México, especialmente de Ciudad Juárez. El gran terremoto que azotó a San Francisco el 18 de abril de 1906, fue la causa de que un grupo de chinos huyeran y algunos de ellos llegaron a Juárez. Se instalaron en la ciudad y al poco tiempo abrieron lavanderías y cafeterías, muchas de las cuales no eran sino burdeles disfrazados, donde se apostaba dinero y se fumaba mariguana, morfina y cocaína. Sam Hing puede ser considerado el primer capo del país, trabajando con Rafael L. Molina, Carlos Moy, Manuel Chon, Manuel Sing y Sam Lee. Este clan sucumbió cuando, a mediados de los años veinte, fueron asesinados 11 inmigrantes chinos dedicados a dicho comercio ilícito, iniciándose así, la larga historia de las ejecuciones asociadas al narcotráfico en este país.

El responsable de las muertes fue un individuo apodado “El Veracruz”, integrante del grupo de “La Nacha” y su esposo “El Pablote”, quienes a mediados de los años veinte, conformaron una pareja muy singular. La señora Ignacia Jasso era una persona muy recatada y caritativa, tenía unos 30 años de edad. Su esposo era más abierto y saboreaba del derroche y las parrandas; la cabeza de la organización era “La Nacha” quien manejaba su organización con discreción y generosidad, de tal manera que no se vio obligada a utilizar "grandes dosis de violencia" para controlar su imperio. Sus principales clientes eran soldados norteamericanos que cruzaban la frontera. Tuvieron cuatro hijos: Manuel, Natividad, Ignacia y Pabla; esta última es madre de Héctor González “El Árabe”, uno de los máximos distribuidores de droga en los años sesenta.

Algunos periodistas manifiestan que fue la primer pareja que constituyó una “organización” parecida a los actuales cárteles, es decir, trataban en lo posible de menguar la competencia y que se respetara su territorio de comercio.

“El Pablote” murió en una riña de cantina. Provocó a un policía y terminó en un duelo a tiros con él. Así acabó la vida del primer capo de la droga en Juárez. A Doña Ignacia le fue difícil continuar su comercio ilícito después de la muerte de su marido, Luego fue acusada y aprehendida por la venta y posesión de droga,

El Apoyo Oficial

Lázaro Cárdenas (último militar mexicano que llegó al cargo de presidente de la nación), tuvo la hombría de nacionalizar nuestro petróleo, Asimismo, se engrandece su figura histórica con la decisión del General al ponerse al frente de la lucha contra la Invasión de Cochinos, en Cuba.

Sin embargo, en busca de la ecuanimidad y no del personalismo fanático, hay que analizar con detenimiento la historia que ha creado nuestra problemática presente.

Nos referiremos el haber impulsado desde el poder del cardenismo y como si fuera una empresa paraestatal, la narco-economía de México, que actualmente está valuada en más de 100 mil millones de dólares.

¿Cómo se inició la narco-economía en México? De acuerdo con el autor José Alfredo Andrade Bojorges, en su libro La Historia Secreta del Narco: “Desde Navolato Vengo” (editorial Océano, 1999): “La Segunda Guerra Mundial provocó el incremento en el uso legal y el consumo ilegal de las drogas en el mundo”.

Antes de la guerra, una libra de heroína costaba unos 300 francos en París, durante el conflicto bélico subió a 3,000 francos. Un cigarro de mariguana en San Francisco subió de 20 centavos de dólar a 1 dólar. Las drogas no eran necesidades de civiles sino de los ejércitos estadounidense, francés y alemán.

En nuestro país la región natural estratégica para el cultivo de la amapola y la mariguana, es el noroeste mexicano.

En este marco geográfico existía otro de orden político, donde tenían intereses dos grandes grupos: los cardenistas y los obregonistas que querían impulsar la economía de la región. Los primeros tenían intereses en Michoacán y Badiraguato (la zona serrana de Sinaloa) y los segundos mantenían su influencia en Guasave (zona marítima) y el sur de Sinaloa. Así, en 1941 se creó la Zona Militar del Pacifico, que fue una decisión inteligente para que los norteamericanos no se adueñaran del noroeste mexicano con el pretexto de la guerra con Japón. Para ello el presidente Manuel Ávila Camacho nombró al general Cárdenas comandante de la Región Pacifico Norte. Dice el texto que el general Cárdenas no veía con bien las pretensiones locales de Sinaloa, pues los campesinos querían participación de las ganancias petroleras por el hecho de ser dueños de la superficie de donde se extraía el petróleo. Esa riqueza debería ser del Estado. Por su parte los obregonistas veían con desconfianza que Cárdenas estuviera rodeado de cristeros.

Desde mediados de los años cincuentas hasta los setentas fue una etapa en la que prevalecieron los grupos diseminados que se dedicaban al contrabando y a la venta de enervantes. No existía un poder central y tampoco había alguna organización visible que estuviera por encima de las demás.

Para los obregonistas, los cardenistas del Partido Verde del Bajío habían sido los culpables del magnicidio de Alvaro Obregón. La Revolución Mexicana creó nuevos cacicazgos en Sinaloa. Los cardenistas con el general Gabriel Leyva y los obregonistas con Pablo Macias Valenzuela.

Para esas fechas de los años sesentas, ya había tres operadores en la zona noroeste del país, Ernesto Fonseca Carrillo en Sinaloa, Jaime Herrera Nevares en Durango y Miguel Urías Uriarte en Sonora, la distribución de las drogas (oficiales) estaba controlada por el Secretario de Salubridad de Lázaro Cárdenas, los cardenistas de la C.N.C. , ofrecían amistad, ayuda y consejo a cambio de un porcentaje de las cosechas de la droga, el jefe cardenista del general Leyva Velásquez (que luego fue Gobernador de Sinaloa) era Federico Amaya Rodríguez, Jefe del Estado Mayor Presidencial de Lázaro Cárdenas.

El negocio de las drogas, generaba ingresos que entraban a las arcas del Gobierno Federal en la época revolucionaria, como una “paraestatal”, pero luego el Estado perdió el control y se privatizó y criminalizó totalmente.

En la década de los 70´s nació el cartel de Guadalajara el cual se consolida como la mas fuerte organización de trafico de drogas en el país, formado entre otros por Miguel Ángel Félix Gallardo, Juan Ramón Matta Ballesteros, Ernesto Fonseca Carrillo, Manuel Salcido Uzeta, Javier Barba Hernández, Rafael y Juan José Quintero Payan, Pablo Acosta Villarreal, Juan José Esparragoza, Amado Carrillo Fuentes y Rafael Caro Quintero.

El encanto de los dólares producto de este negocio que se generaban de manera conformemente oficial sedujo a los Livas de Nuevo León y a los Morales de Jalisco y Veracruz.

Paralelamente en el noreste mexicano se gesta otra organización el Cártel del Golfo que es dirigida por Juan Nepomuceno Guerra (de quien se decía que era tío de Juan García Abrego), quien en sus orígenes en los 60´s se dedicaba al contrabando de licor y de electrodomésticos que terminaban en los mercados del Distrito Federal y Monterrey, fue un legendario contrabandista de whisky en Tamaulipas.

La Transición

La frontera norte de nuestro país, límite de una nación estratégicamente ubicada, para funcionar como "trampolín de las drogas", (frase varias veces utilizada por autoridades norteamericanas, para definir el papel que juega la geografía en el tráfico de estupefacientes). Alguna vez el presidente Gustavo Díaz Ordaz al ser entrevistado por una periodista estadounidense, sobre que pensaba acerca de que Ciudad Juárez funcionara como "trampolín de las drogas"; el presidente mexicano contestó: "no se olvide señorita, que si existe un trampolín, es porque hay una alberca".

Barry Mc Caffrey, el Zar antidrogas de EE.UU., durante su visita, en Agosto de 1999, a Ciudad Juárez, declaró: Ciudad Juárez con una población de un millón 300 mil habitantes, el 39% son menores de edad, no esta ajena ni muy lejana al gran problema de las drogas y de ciudad de paso o "trampolín que era considerada antes, ahora es una plaza importante de consumo.

Los inicios de la guerra contra el narcotráfico

En 1977 se lleva a cabo por primera vez la Operación Cóndor, en la que participaron 10 mil soldados. Su objetivo era destruir sembradíos de marihuana y aprehender a quienes estuvieran a cargo de ellos. La acción iba enfocada a la región de Sinaloa, Durango y Chihuahua. Más tarde la Operación Cóndor se dividió en 13 zonas de coordinación en el país y su acción se centró en la cordillera de la Sierra Madre Occidental. El coronel Jaime Quiñones Cruz, comandante del 20 Regimiento de Caballería, declaró que México dejó de ocupar los primeros lugares en el abastecimiento de esos productos. El oficial mayor de la PGR señalaba que los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango (Triángulo Dorado Mexicano), en una triangulación de 70 mil kilómetros, era la zona que producía más del 70% de los enervantes en todo el país. Para 1979 el subprocurador General de la República, Samuel Alba Leyva, afirmó que las siembras, el cultivo y el tráfico de estupefacientes en Sinaloa, Chihuahua y Durango, habían sido prácticamente liquidada por la Policía Judicial Federal (PJF) y el Ejército, siendo este un gran logro del gobierno en la lucha en contra del narcotráfico.

De acuerdo con algunos enfoques norteamericanos sobre las organizaciones de narcotraficantes en México, desde los años setenta existe un pacto iniciado por don Pedro Avilés en Chihuahua y seguido por Miguel Ángel Felix Gallardo de Tijuana; hay un pacto y por ello una verdadera organización de cárteles. A finales de los de los setenta aparecen los primeros testimonios documentales que reseñan la actividad de los narcotraficantes y que habrían de convertir las ciudades fronterizas en uno de los principales enclaves del narcotráfico a gran escala y de talla internacional.

Con el posicionamiento de Juan García Ábrego en el noreste y a principios de los ochenta entró en contacto con los carteles colombianos, y se convirtió en el eje de casi todos los movimientos de cocaína que pasaban por México y la línea de negocios del contrabando se mudó hacia el tráfico de drogas, tejiendo redes para las rutas de distribución y comercialización de cocaína y a diferencia de otros grupos, el jefe del naciente cartel del Golfo rechazó una continuidad de pagos en efectivo por cada kilo de cocaína que cruzara a los Estados Unidos. En vez de eso, condicionó el pago en especie a la contraparte Colombiana, una práctica que imitaron más tarde el resto de los mexicanos, lo que les llevó en poco tiempo a convertirse en los nuevos amos del negocio, (a diferencia de los otros cárteles mexicanos que eran puramente transaccionales) creando núcleos de impunidad en Reynosa, Matamoros y finalmente en Nuevo Laredo, donde controlaban todo lo que sucediera Juan García Ábrego, fue de los pocos narcotraficantes que se formó fuera de las filas de la organización de Avilés y de Félix Gallardo. En 1996 es detenido y extraditado García Abrego, heredando el espacio a Osiel Cárdenas Guillen, un ex-policía judicial del estado de Tamaulipas, quien en poco tiempo se convirtió en “el capo más inteligente” y sanguinario de una tercera generación, elevando la capacidad de fuego de los narcotraficantes con el reclutamiento de tropas de élite del Ejército mexicano como brazo armado del cártel. Este fue el inicio de un fuerte grupo paramilitar a los que se les conoce como el grupo de “Los Zetas” y que se encuentran al servicio de grupos de narcotraficantes del “Cartel del Golfo”, (como lo veremos mas adelante en este trabajo).

La Segunda Generación

Durante los finales de la década de los 70´s , en Ojinaga había un personaje sobresaliente conocido por todos en la región como “El Zar” ó (El Zorro de Ojinaga). Pablo Acosta Villarreal era un hombre que gustaba de sombreros finos, metralletas R-15 y camionetas Bronco; disfrutaba ayudando a los pobres y a los estudiantes; “El Zorro de Ojinaga", fue el primer gran capo de esa zona y llegó a controlar la exportación de cocaína, heroína y marihuana por la región nororiente de Chihuahua. Después de su muerte quedaron ahí Amado, Cipriano y Vicente Carrillo, personajes que desde inicio de los setenta llegaron de Sinaloa para trabajar con Pablo Acosta recomendados por su tío Ernesto Fonseca Carrillo alias "Don Neto".

En Ciudad Juárez, a finales de la década de los setenta inició su trayectoria como traficante Gilberto Ontiveros Lucero "El Greñas", y alcanzó la cumbre en 1984. “El Greñas” era ampliamente conocido por sus gustos estrafalarios. Adquirió vehículos de lujo, inició la construcción de un suntuoso hotel (El Palacio del César), compró un Lear Jet, y tenía entre otras propiedades una residencia en Cuernavaca, que anteriormente fue propiedad de un Sha de Irán.

Otros de los personajes sobresalientes del llamado cártel de Juárez son Rafael Muñoz Talavera y Rafael Aguilar Guajardo, jefes máximos de la organización. Según la DEA, Muñoz Talavera introdujo 20 toneladas de cocaína decomisadas en una bodega ubicada en Los Ángeles en California; además, la misma organización colocó otras 40 toneladas en ciudades norteamericanas ese mismo mes.

Fue tanta la bonanza entre noviembre de 1987 y octubre de 1989, que Muñoz Talavera y Aguilar Guajardo lograron mover entre México y Estados Unidos más de 400 toneladas de cocaína en ganancias netas, más de 500 millones de dólares.

Otro personaje relevante es Amado Carrillo Fuentes, quien penetró como hombre de gran capacidad negociadora, se dice que fue capaz de convocar a los capos del país para plantearles un mecanismo de operación sin enfrentamientos, lo que les dio mejores resultados. Conocido como “El Señor de los Cielos”, fue el primer narcotraficante que introdujo grandes volúmenes de cocaína en aviones; operaba de manera perfectamente organizada. Amado únicamente supervisaba los envíos importantes y dejaba el resto del trabajo a Efrén Herrera y a Vicente Carrillo.

Paulatinamente Carrillo se fue retirando de la dirección de su organización. Durante 1996 se mencionaba que había abandonado su posición en la estructura del cártel de Juárez. Amado Carrillo fue detectado nuevamente el 3 de julio de 1997, cuando se supo de su muerte a causa de una intervención quirúrgica.

“Los vacíos no existen”, como lo demuestra la historia del crimen en la frontera: a la caída de un hombre fuerte sucede el encumbramiento de otros hombres “herederos” quienes por lo general son los segundos de las organizaciones principales de la generación anterior, el nuevo dirigente del cártel de Juárez fue primero Pedro Lupercio Serratos, alias "El Abogado" y al parecer trabajó con los hermanos Arellano Félix, del cártel de Tijuana. Posteriormente se manejó el nombre de Vicente Carrillo, hermano de “El Señor de los Cielos”, durante éstas transiciones el narcotráfico se ha convertido en Estado paralelo, con sus propias reglas y sanciones y ha utilizado la violencia como instrumento de poder y como método de control.

La Influencia Colombiana

Mientras José Gonzalo Rodríguez Gacha en Colombia adoptó la cultura mexicana, su jefe Pablo Escobar Gaviria cambió el rumbo de los traficantes de cocaína en México, pasando de ser simples transportistas a “socios” ya que después de negociar con ellos, los pagos empezaron a suministrarse en especie, y por ende los sobornos también. México fue violentado por la influencia de la cocaína sudamericana y hacia mediados de los 80 sus miembros entraron a una fase progresiva nunca antes vista y a su vez, esa coalición disparó la cantidad de la entrada de droga por la frontera sur con destino hacia los Estados Unidos a niveles sorprendentes para la época. “Medellín había desplazado, a su tradicional trayecto de Cuba a la Florida por la del territorio Mexicano”.

El círculo de las drogas en México desbordaba en el descaro. Miguel Ángel Félix Gallardo (primera generación), un ex empleado del Banco Rural y ex policía, fue considerado por la DEA como el gran padrino de las drogas en México. Bajo sus órdenes trabajaron Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, “Don Neto”, el tío de Amado Carrillo Fuentes, Pablo Acosta Villarreal, Rafael Aguilar Guajardo. En ese croquis difundido por el gobierno de los Estados Unidos todos formaban alianza con Félix Gallardo, fueron cabeza de serie en la organización con la que el cartel de Medellín trabajó para cruzar su droga por territorio mexicano. Durante una parte de la década de los 80, los traficantes mexicanos fueron intocables.

Mientras Rafael Caro Quintero supervisaba la más grande plantación de marihuana que se haya conocido en México, en el rancho “El Búfalo”, Gonzalo Rodríguez Gacha supervisaba los aterrizajes de las avionetas que transportaban la cocaína de su organización.

Los plantíos de Caro Quintero, se supo después de su caída, eran protegidos por miembros del ejército, en tanto que los desplazamientos de la cocaína eran a su vez custodiados por elementos de la P.G.R. y las policías regionales.

Los nexos con Medellín impactaron el comportamiento y actividades tanto de traficantes como de policías. Ese año de 1988 es trascendental para comprender lo que sucedió posteriormente en el panorama criminal mexicano, denotando la estrecha contribución de los traficantes mexicanos con sus contrapartes colombianas.

El Ocaso

En 1993, al morir Pablo Escobar en México, sus antiguos socios habían corrido la misma suerte, o algo muy parecido: en abril de ese año, en las playas de Cancún, Rafael Aguilar Guajardo fue ejecutado con ráfagas de un fusil de asalto AK-47. El otro gran traficante de Chihuahua, Rafael Muñoz Talavera, estaba preso en un penal de Hermosillo, igual que lo estaban en otras prisiones Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.

A partir de entonces y en gran parte por la modernidad que ha sufrido el país y la vida cotidiana en general, México vio surgir, con otro carácter de proporción y con mayor fuerza, a las nuevas organizaciones de narcotraficantes embriagados con el poder y la fortuna. Creyéndose los todopoderosos cometieron excesos que pronto les costaron la vida o la libertad. Iniciaba así una nueva cuenta regresiva, ahora para los grandes capos como: Juan García Abrego, Amado y Vicente Carrillo Fuentes, Joaquín Guzmán Loera, Héctor Palma Salazar, Benjamín y Ramón Arellano Félix, Albino Quintero, Miguel Caro Quintero, Ismael Zambada, Juan José Esparragoza, los hermanos Arturo y Héctor Beltrán, Gilberto García Mena, Edelio Lopez Falcón, entre muchos otros, todos ellos descendientes y/ó trabajadores de los “padrinos” o de los capos de la primera y segunda generación.

El crimen o “Delincuencia Organizada”

La LEY FEDERAL CONTRA LA DELINCUENCIA ORGANIZADA en nuestro país en sus primeros Artículos detalla:

Artículo 1o.- La presente Ley tiene por objeto establecer reglas para la investigación, persecución, procesamiento, sanción y ejecución de las penas, por los delitos cometidos por algún miembro de la delincuencia organizada. Sus disposiciones son de orden público y de aplicación en todo el territorio nacional.

Artículo 2o.- Cuando tres o mas personas acuerden organizarse o se organicen para realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, tienen como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes, serán sancionadas por ese solo hecho, como miembros de la delincuencia organizada:

Pero a lo largo de la historia, se ha descrito o se entiende por crimen organizado, a la delincuencia a gran escala de mafias, que han desempeñado un gran papel durante el siglo XX, principalmente durante la época de la prohibición en los Estados Unidos, en donde los jefes ó padrinos de la mafia se disputaban entre ellos los controles de las ciudades, que terminaban en sangrientas masacres. Un gran ejemplo de éstas fue la batalla entre Al Capone y Bugs Moran que finalizó con La Masacre de San Valentín en 1929, en la que fueron asesinados los principales gángsters de Moran por los de Capone.

Hoy en día el crimen organizado esta mucho más recóndito que durante la década de los 30 del siglo pasado y funciona básicamente con similares códigos y cánones.

El crimen organizado se refiere a individuos y grupos que mantienen una relación continua entre si y que se ganan la vida por medio de una variedad de acciones ilícitas y secretas pero muy rentables.

Además, el crimen organizado tiene un criterio de organización “blindado ó duro” diseñado para “perdurar mas allá que cualquiera de los individuos involucrados”. La organización generalmente no se destruye si un miembro se va o se pierde, eventualmente se renueva, no importa cual sea su jerarquía.

Para asegurar su permanencia el crimen organizado ha establecido habilidades para socorrerse y continuar funcionando. Para lograr esta persistencia, la organización acude a la violencia, al terror, la intimidación, a la corrupción y a la selecta elección de sus nuevos miembros.

Las organizaciones criminales propiamente: se Proyectan con visión para conseguir fines a corto mediano y largo plazo. No tienen un interés público propio, tienen un escalafón organizado, tienen permanencia en el tiempo, utilizan la fuerza o la amenaza, son condicionales en la elección de sus miembros, suministran productos y servicios ilegales apetecidos por la población general, utilizan la corrupción y el terror para contrarrestar a empleados públicos y políticos, sus miembros se especializan en distintas actividades dentro del grupo y funcionan de acuerdo a un código secreto.

Surgimiento y expansión de “LOS ZETAS”

El norte del país ha sido el semillero de grupos de asesinos. En Tamaulipas “Los Texas” fueron conocidos y feroces, se amafiaron con Los Chachos al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén. Primero rompió con todo lo que oliera a Juan García Ábrego y a Guillermo González Calderoni (quien fuera definido como "el mejor policía de México", por el entonces Procurador Ignacio Morales Lechuga y luego, acusado de torturador, así como de haber acumulado una fortuna, gracias al narcotráfico, de unos 400 millones de dólares). Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: “Un solo grupo formado por militares”. Los sedujo entre 1999 y 2000. Nada de acarrear drogas. Sencillamente operar con sus tácticas de asalto, cobrar piso ó rentas, matar enemigos, policías traidores, deudores y ejecutar “rajones”. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí hay una gran presencia militar le “sacaron la vuelta”. Se fueron de Matamoros a Reynosa, Ciudad Miguel Alemán y de ahí al resto del estado y luego del país.

El nombre lo obtienen del lenguaje policíaco de la extinta “Policía Judicial Federal ó P.J.F.”, no olvidemos que durante esa época las plazas de la P.J.F. en las fronteras norte y sur del país estuvieron ocupadas por elementos castrenses quienes tuvieron adiestramiento militar de élite como el grupo aerotransportado de fuerzas especiales (GAFE) quienes incursionaron en labores policíacas entre la sociedad civil y durante tres años ocuparon esas plazas, siendo la jerarquización de la PJF en el alfabeto fonético, “M” ó (metro) equivale a agente, “Z” ó (zeta) equivale a jefe de grupo, “X” ó (equis) comandante de la plaza, “Y” ó (yanqui) comandante ó subdelegado estatal. Es de aquí donde reciben el nombre de “ZETAS” ya que el grupo original reclutado por Cárdenas Guillén fueron éstos elementos que ocuparon las plazas de jefes de grupo, siendo militares y estando habilitados en la “PJF”.

Dos magnos problemas tuvieron Los Zetas. Cuando perdieron a su líder Arturo Guzmán Decena. El otro fue la captura de su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón ni “jefe de grupo” para dirigirlos y cumplir sus órdenes. Fue entonces cuando decidieron matar competidores: Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de las actividades que les habían proporcionado ingresos marginales desde 1999. Aceleraron el ritmo de recaudación de “impuestos” entre pequeños delincuentes de Nuevo León y Tamaulipas. Desde transportistas de droga, pequeños vendedores, apostadores ilegales, prostíbulos y contrabandistas de todo calaña. El cobro de “impuestos” fue un éxito.

Su prestigio como “prestadores de servicios de violencia” les abrió muchas puertas y entraron en pleito con los funcionarios y policías que manejaban esa protección y los quitaron de en medio y/o los reclutaron. Los Zetas empezaron a perder fuerza, por eso optaron por emigrar a otras entidades del país para diversificarse y resurgir con mas fuerza, mas elementos y con mayores ingresos para tener fondos de reserva para la guerra que están teniendo.

CONTINÚA...

FUENTE: LOSTUBOS.COM

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